El jardín de las delicias de el Bosco, seguramente sea uno de los cuadros con mayor simbolismo que existe, es una representación de la experiencia humana desde todos sus prismas. Me puedo quedar embelesado horas y horas observando y reflexionando sobre cada uno de sus símbolos, simplemente, sintiéndolos en mi interior.
Este cuadro, de izquierda a derecha, representa el paraíso, la experiencia mortal y el infierno. Al ser un tríptico, este se cierra sobre sus hojas laterales, donde aparece la tierra sin vida, pero con todo lo necesario para la vida y la creación.
Después de días y días de reflexión sobre todas y cada una de las fases de mi experiencia humana hasta la fecha, donde he experimentado muchos de los símbolos de este cuadro, me gustaría contarte mi experiencia vital como emprendedor.
Seguramente, ni me conozcas, pero bueno. Que más da, a lo mejor tengo puedo enseñarte algo.
Primero, lo hago simplemente para mí, para ser consciente de lo vivido y cerrar el pasado para afrontar el futuro con más fuerza si cabe.
Segundo, si te puede servir mi experiencia de alguna manera, pues oye, a lo mejor te puede ayudar para no cometer los mismos errores que he cometido yo.
Unos meses antes del gran confinamiento, por fin, conseguí liberarme de la esclavitud de una relación sentimental de once años que no creía en mí, que no creía en mis sueños, que no me quería libre, que no me apoyaba en mi vida como emprendedor.
Yo le daba todo lo que estaba en mi mano, la quería incondicionalmente, pero como mis aspiraciones no eran materiales, había un conflicto de interés. Llevaba cuatro años diciéndome a mí mismo. “David, esto ya se ha acabado”.
Pero claro, el miedo. Esa poderosa arma de nuestros egos, me paralizaba, no me dejaba avanzar. Bastante incertidumbre tenía ya, como emprendedor, como para meterme en todavía más incertidumbre. Mi mente no lo soportaría.
Hace casi un año, el 23 de Enero del 2021 para ser más precisos. Estaba cerrando una ronda de inversión para la empresa de salud digital de la que era cofundador. Era una solución visionaria para pacientes respiratorios.
Cuando nadie hablaba de virus, síntomas respiratorios, mascarillas y enfermedades respiratorias.
Nosotros lo hacíamos. Parecía que la situación de pandemia podía ayudar, lo teníamos todo. Un conocimiento del mercado respiratorio labrado durante cuatro años, sabíamos ejecutar, miles de usuarios, una visión innovadora y disruptiva.
Después de muchos meses de trabajo, reuniones con inversores, auditorías, negociaciones de contratos, todo parecía que iba a acabar bien. Aunque en mi interior, si te soy sincero, algo me decía que no iba a salir bien.
Llevaba unos meses preparándome inconscientemente para el golpe. Leyendo de forma compulsivamente filosofía existencial y meditando esporádicamente. Pues bien. Justo ese día, cuando íbamos a firmar los term sheets, uno de ellos se echó atrás.
Esto provocó un efecto dominó que hizo que toda la operación se cayera. No teníamos dinero para la semana siguiente, que había que pagar nóminas.
La transparencia con el equipo era total, de hecho, creo que sufrieron mucho más que mi socio y yo. Había que tomar decisiones rápidas. Tuvimos que ejecutar despidos, poner dinero de nuestro bolsillo. Los pocos ahorros que nos quedaban.
Recuerdo el momento que tuve que comunicárselo al equipo. Me eché a llorar. Les había defraudado, ellos habían creído en mí y no había conseguido hacerles crecer como personas y profesionales como les había prometido. Si algo hicimos bien, mi socio y yo, fue cuidar de nuestro equipo y darles todo nuestro amor.
Después de este varapalo, del que me tenía que reponer lo antes posible, los malos tragos no habían terminado. Tenía que levantarme lo antes posible, no había tiempo para llorar. Había que hablar con los inversores ya existentes en la empresa, reformular el futuro, tomar acciones, intentar levantar la situación.
Pero a las tres semanas, zas, otro varapalo, este todavía peor al anterior. En este caso fue en mi doble vida, de científico. Por suerte o desgracia, la temática de mi doctorado era sobre epidemiología, modelos matemáticos y procesos virales.
Te puedes imaginar, cuando empezó todo esto del coronavirus, tuve la responsabilidad moral de ayudar con mis conocimientos a intentar paliar los efectos del dichoso virus. Llevaba seis años estudiando sobre virus, pandemias, etc… Trabajé durante sesenta días, non-stop. Por las mañanas con el equipo de mi empresa, por las noches con el equipo de científicos. No paraba de fumar, no comía.
Básicamente. Colapsé. De nuevo. No era la primera vez. Te puedes imaginar como iba de energías, bastante bajito, pero había que luchar y convencer a los inversores.
Por diversos motivos, recibí de las pocas regañinas que he recibido en mi vida profesional. Lloré desconsoladamente, me preguntaba a mi mismo, por qué, por qué, por qué me merezco esto. He dinamitado mi vida, he puesto toda mi energía y ahorros en dos proyectos que no han tenido el rédito que yo esperaba.
Solo recibo hostias por todos lados, nadie me paga un sueldo. Al contrario, encima tengo que poner dinero de mi bolsillo, el poco que tengo. Lo haría por ambición. Por qué. Qué hecho mal. Habré sido muy ambicioso.
Los límites me los ponía yo y mi imaginación, que era la única restricción que tenía. El caso, es que después de esta regañina, tampoco tuve mucho tiempo de reflexión, de nuevo, tuve que limpiarme las lágrimas y volver a trabajar.
Trabajé una semana sin dormir y comer para solucionar todo aquellos problemas que generé. Por suerte, llevaba viviendo desde hace unos meses en Tarifa.
Seguramente, el mejor sitio para recibir malas noticias. Cuando me fuí a vivir allí, internamente, me decía, me voy a mi metamorfosis. La cual yo esperaba que fuera totalmente distinta a la que he vivido. Pero ahora, mirando hacía atrás, puedo decir, que esta es la que necesitaba.
La vida literalmente me restregó la cara contra el suelo, y me dijo: “Si quieres llegar a donde quieres llegar, esto es lo que tienes que aprender”.
Unos de mis sueños cuando era chaval, era tener una empresa, un doctorado y hacer surf después de trabajar. Con treinta y cinco años, estaba viviendo en Tarifa, con todos los caminos iniciados, pero como todo en mi vida, los inicios son poderosos y brillantes, pero los finales son difíciles y duros. Después de todo lo sucedido, me retiré de la vida diaria.
Tenía una ayuda del COVID para autónomos que me daba lo justo. Necesito muy poco para vivir. Estaba harto de planificar mi vida para llegar a donde había llegado. También estaba harto del tiovivo emocional, de estar catotónico cuando tenía tiempo libre, no quería volver a colapsar. Todo por una voz que tuve de pequeñito que me dijo: “Vas a hacer cosas grandes”.
Así que me centré en mí, en vivir, en existir, en ser yo, en recuperar mi verdadero yo, en volver a sentir. Por ejemplo, me era imposible entablar relaciones personales con chicas. Si, tenía citas, pero todo el sufrimiento al que me había infligido a mi mismo no me permitía dar ese paso. Tenía la autoestima totalmente aniquilada, no me quería a mi mismo.
Lo primero que hice, fue plantearme, por qué, por qué, por qué había tomado estos caminos. Mi pasión es crear, aprender y ser libre. Montar la empresa, me daría la libertad económica, y el doctorado, las bases para poder seguir aprendiendo en mi vida y responder mis aspiraciones existenciales. Así algún día podría dedicarme a lo que realmente llena todos y cada uno de los poros de mi piel, crear.
Hacer música, escribir, pintar, hacer escultura y algún día poder educar a mis hijos eran mis ambiciones de futuro. Pero mi situación, era que había dinamitado mi vida.
Económicamente, estaba en bancarrota con un crédito que empezaba a pagar en breve. SEmocionalmente, era incapaz de querer a mi mismo con lo que conlleva. Salud, me estaba destruyendo, llevaba veinte años fumando, a escondidas, y desde el confinamiento no había hecho nada más que aumentar. Alcohol, nunca me gusto y nunca lo utilicé para evadirme, pero es verdad, que últimamente, no controlaba mucho.
Un año antes había vuelto a componer canciones, hacía unos años que no tocaba de forma diaria la guitarra. Una de mis pasiones. No seré el mejor músico, pero lo que toco sé que sale de mi corazón, de mi espíritu.
La gente me lo dice, en las pocas ocasiones que enseño mi arte. Para mí es algo muy personal. Creo que nadie me va a entender, mis gustos no son los normales. Mi personalidad es muy compleja, múltiples proyecciones, que ni yo consigo entender.
Había vuelto a pintar de vez en cuando, alguna que otra lámina. También había vuelto a escribir de vez en cuando.
Durante la primavera de este año, volví, poco a poco, a retomar las riendas de mi vida, con mucha compasión. Lo primero era cerrar puertas del pasado. Terminar de escribir la tesis doctoral.
Empecé a intensificar la meditación, hacía deporte, me echaba a la calle en Tarifa, simplemente vivía, escuchaba las historias de la gente que me rodeaba, bailaba con ellos, los sentía.
En verano volví a casa, a Toledo, a la finca familiar, me impuse un retiro espiritual, no tenía dinero. Tocaba estar centrado.
Por suerte, gracias a la red creada durante más de diez años de duro trabajo, volví a dar clases. Nunca pensé que la docencia, en mis peores momentos de mi vida, me reconectarían conmigo mismo y con la sociedad. Además de ayudarme a pagar las facturas.
Volví a dar clases en el Instituto de Empresa en el master de Big Data que ayudé a montar ya casi hace diez años, grabé para ThePowerMBA el curso de data science que han sacado el mercado hace unos meses, preparé las clases de epidemiología computacional para un master de salud digital de la Universidad Complutense.
Hice pruebas, bastante exitosas, con un pequeño proyecto de inteligencia artificial al que voy a dedicar mis esfuerzos los próximos meses, y que estoy seguro que va a funcionar. Durante este tiempo también he escrito dos libros, el primero saldrá publicado en Marzo, y el segundo, estoy buscando editorial.
También escribo un poema diario en una web que he publicado.
También sabía que algo en mi interior no andaba bien. Tenía mi autoestima totalmente dañada, había sufrido mucho daño psicológico.
Así que decidí ir a terapia. Tuve la suerte de dar en Toledo, justo con la terapeuta que necesitaba.
Mi mayor miedo era justo ese, a ver con quién me iba a encontrar. Necesitaba algo fuera de lo normal.
Tuve la suerte de encontrarme a Laura, mi terapeuta, que me está acompañando en este viaje vital para volverme a querer y ayudarme a focalizar mi potencial.
La terapia que estamos utilizando, digamos que no es convencional, pero te puedo decir que es muy poderosa. Si quieres saber más, tendrás que leer mis libros.
Donde voy me siento un inadaptado, soy todo y soy nada. Mi problema, no tengo referentes, siempre soy yo en la incertidumbre.
Ahora me abrumo a mí mismo de todo lo conseguido y aprendido. Durante cinco años he estado construyendo una empresa, que no ha llegado a buen puerto. Lo siento más por nuestros usuarios, inversores y todas aquellas personas que nos han apoyado de una manera u otra.
Solo puedo decirles, que ahora soy más hombre, más sabio y más fuerte, y que intentaré devolverlo de alguna manera en el futuro. Durante este tiempo también he hecho un doctorado, con el que he puesto mi granito para ayudar a la humanidad en esta pandemia con un artículo como coautor en Nature.
Durante este tiempo, he aprendido de la experiencia. Ahora sé hacer planes, de todo tipo: estratégicos, de comunicación, de ventas, de marketing, de producto, financieros, etc… He aprendido a persuadir, a escribir, a hablar, a comunicar.
Mi mayor debilidad, por eso, me he leído, hecho cursos, recibido clases solo con un objetivo, poder transmitir mi pensamiento, mi mundo interior. Ahora, puedo considerarme aquello por lo que estuve apunto de dejar mi carrera de ingeniería, por ser escritor, en aquella época me decía a mi mismo, si no tienes nada que contar.
Ahora, tengo mucho que contar para todo aquel que quiera escuchar o leer.
En breve me pongo a escribir mi tercer libro, parece que he conseguido volver al flujo de productividad. Ahora toca, crear flujo recurrentes de dinero para pagar las facturas, que los ahorros se gastan.
Por si te interesa. Por mis problemas de autoestima, no me ha gustado nunca la autopromoción, pero ahora que me quiero puedo decirte sin vergüenza, que un nuevo David ha vuelto, que volveré a intentar conseguir mis sueños y que la vida me va a sonreír, pese a lo que venga. Ya que la vida, solo es una proyección de nuestro interior.
Tu haces que sea un paraíso, una experiencia mortal sin más o un infierno, como el jardín de las delicias de el Bosco. Si me preguntas ahora qué quién soy, te diré que ahora si soy un hombre, un guerrero al que le guía su corazón desbordante de amor, que soy lo que yo quiera, que no soy nadie y que soy impermanente.
Desde aquí quiero dar las gracias a todos aquellos que creyeron en mí incondicionalmente, pese a mis problemas de autoestima.
Llegué maníaco a terapia, he sufrido un proceso de autoactualización, según Maslow, o una emergencia espiritual, según Grof. Según la psiquiatría tradicional y reduccionista, he sufrido un proceso de psicosis leve. Lo siento, pero, me niego a llamarlo así.
Ahora, por fin, estoy volviendo a retomar las riendas de mi vida y todo empieza por quererme a mi mismo.
Curso de data science en ThePowerMBA
Escribo un poema diario para que vuelvas a quererte
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