No suelo escribir y publicar mucho públicamente. La última vez que publiqué una reflexión fue hace justo un año. Contando mi historia de emprendimiento, donde relataba y anunciaba el cierre de mi primera empresa que dirigía. Mi primer fracaso empresarial. Ya ha sido digerido, integrado y trascendido. Cuando escribí ese anuncio, me encontraba en pleno brote psicótico, fruto de haber pasado años con unos niveles excesivos de cortisoles, por diferentes motivos, totalmente fruto de mi ambición, y de una bipolaridad diagnosticada que me impedía controlar mi mente. Un día eufórico y otro depresivo. Un tiovivo emocional muy alocado.


David Martín-Corral Calvo


Mi sistema de creencias estaba en plena expansión, se estaba actualizando. Mi sistema nervioso, el sistema informacional que hace que mi cuerpo-mente funcione, perdía el contacto con la realidad en contadas ocasiones. Mi percepción se encontraba abierta a dimensiones alternativas a las que no estamos acostumbrados y la cultura nos ha adoctrinado a tener miedo. Una apertura a mi consciencia interna. Tenía que actuar como un niño. No podía operar de forma normal. Solo podía hacer caso a mi deseo interno, viviendo en el ahora eterno.

De mi deseo de volver a la normalidad, a un estado donde pudiera reintegrarme en la sociedad. Me refugié en mi arte. Mi poesía. Mi música. Mi escritura. Mis ceras manley. En cuidarme, haciendo deporte, eliminando ese censor interno. En hacer mi ego coherente una vez más. En la lectura de ciencia, filosofía y espiritualidad. Necesitaba comprender lo que me estaba pasando. Encontrarme nuevamente. Volver a mi centro. Ya llevaba tiempo enfrente del espejo. Decenas de horas de terapia. Rebuscando. Intentando volver a tomar la riendas de mi vida. Exploré lugares muy profundos de la psique humana a los que pocos seres humanos quieren ir. Revisé toda mi vida emocional para intentar entender esa complejidad.

Al comenzar el año. Todo se desvanecía. Había perdido la ilusión por todo aquello que había hecho con pasión hasta la fecha. No sabía quién era yo, de dónde venía y a que había venido a hacer con mi vida. Mi capacidad creativa me salvó. Disfruté de la experiencia de vivir al día, de ser, de sentirme, de levantarme cada mañana, dar las gracias por respirar y de crear. Escribí decenas de poemas, dos libros. Uno ya está publicado y el segundo se encuentra en un cajón, esperando a ser leído por tercera vez y ser editado. En él describo mi búsqueda de un ego coherente. Me hubiera gustado escribir un tercero, más adelante. Terminé varias ambiciones pendientes que era necesario cerrar antes de empezar una nueva etapa. Medite cientos de horas. Aprendí nuevas habilidades desconocidas para mí. Pasé días en soledad, en silencio, buscando y explorando ideas nuevas de negocio que me volvieran a ilusionar.

Pero antes de ponerme al cien por cien a la acción, quedaba un trabajo interno pendiente. Así que, en agosto me retiré a un monasterio benedictino al prepirineo navarro para realizar un retiro de silencio durante diez días. Necesitaba una desconexión total antes de volver a reintegrarme a la sociedad. Volver a conectar conmigo mismo. No soy creyente, tampoco ateo. Soy un gnóstico y anarquista espiritual. Como buen científico estudié y preparé mi retiro. Diseñé mi propia metodología para hacer hablar al silencio. Recuperé métodos antiguos olvidados sazonados con avances científicos y funcionó. Qué conseguí internamente. Responder a las tres preguntas vitales de todo ser humano. Quien soy, de donde vengo y a que he venido. Fruto de responder a estas preguntas conquisté una paz interior, que nada, ni nadie me conseguirá arrebatar. Ser mero observador del exterior y de mi flujo de emociones. Un estado de dicha y compasión absoluta de mi ser. Pudiendo parecer incluso frívolo. He dejado de buscar, simplemente.

Todo este proceso de expansión interna me ha servido como materia prima para curar mi alma. Sus heridas no venían de esta vida. Así que, después de haber colapsado físicamente y mentalemtne varias veces en esta vida. De experimentar lo que es una depresión profunda en mi juventud, de no creer en mí, de luego saber de mi maniaco-depresión y de sufrir un brote psicótico. Me negaba a volver a ser esclavo del estrés y de mis emociones. Yo domino mi torrente de neuropéptidos, los vehículos emocionales de nuestro sistema nervioso. Así que innové una vez más. La creatividad volvió. Creé una tecnología basada en avances científicos y antiguas tradiciones contemplativas para mantener mis niveles de cortisoles a raya. Siendo yo el primer usuario, la cual utilizo cada vez que siento que las emociones se desbordan.

Hoy, una año después de anunciar que cerraba mi antigua empresa, estoy empezando a dar a conocer mi nuevo proyecto, basado en mi experiencia personal y espero que pueda ayudar a otras personas. Ya he recibido varias decenas de usuarios y sus comentarios son muy satisfactorios. Tengo muy buenas sensaciones, el próximo año será un año de expansión exterior y de pasión. Dos años de trabajo interno para digerir, integrar y trascender todo lo que nos vino a traer la pandemia.

Hasta la próxima, te deseo todo lo mejor para este nuevo año.

Luz y amor.

Te dejo aquí algunos de mis proyectos por si te pueden inspirar.

Mi primer libro “Viviendo en una sociedad enferma”

Algunos de los Poemas que he escrito este año

Mi nuevo proyecto empresarial, Iridis Care, para ayudar a reducir los niveles de estrés